La Uña Invernal
La tribu de la Uña Invernal está liderado por la feroz Sejuani . Sejuani desea conquistar Freljord través de la fuerza absoluta. A sus ojos, Freljord es un lugar donde sólo los fuertes merecen prosperar. A medida que atacan, sus guerreros permiten vivir bajo su bandera mientras saquean las tribus más débiles, lo que les deja sin medios para mantenerse. Una vez que su trabajo está hecho, sólo los valientes se quedarán en Freljord. Los campeones que se han aliado con ella son: Olaf , Udyr , y Volibear.
Lider de la Uña Invernal
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Sejuani, La Cólera Invernal
Sejuani fue criada en la adversidad y crecío entre los bárbaros. Donde otros sucumbieron a la dureza de Freljord, ella fue curtida con fiereza, hasta que el dolor se convirtió en poder, el hambre en coraje y el frío en sus aliados en un síntoma de debilidad. Gracias a su experiencia, aprendió que para sobrevivir al invierno sin fin, uno debe convertirse en un ser frío y sin compasión. A ojos de Sejuani, sus seguidores tienen la oportunidad de hacerse más fuertes o el derecho a morir. Una vez que haya conquistado Freljord, ella sabe que aquellos que sobrevivan formarán una nación a la que se temerá.
Cuando era pequeña, la líder de la Garra Invernal observó como los números de su tribu disminuían lentamente. El frío y el hambre se llevaron a los más débiles. Ella fue la única de entre sus hermanos y hermanas en sobrevivir a su décimo año, dejando a Sejuani con la impresión de que ella también moriría en la miseria. Como medida desesperada, buscó consuelo espiritual en el místico de su tribu. Pero el vidente no predijo la muerte de Sejuani. La visión profetizaba que Sejuani conquistaría y unificaría las tribus divididas de Freljord.
Armada con una fe absoluta en su destino, Sejuani se expuso a extremos que habrían acabado con cualquiera que no tuviese su voluntad de resistir. Caminó entre tormentas de nieve sin comida ni pieles y se entrenó mientras los vientos helados curtían su cuerpo. Peleó contra los guerreros más fuertes de su tribu, uno tras otro, hasta que sus piernas no aguantaron más. Cuando asumió el liderazgo de su tribu, Sejuani ordenó a sus guerreros que siguiesen su ejemplo. Bajo su gobierno, la tribu se haría mucho más fuerte de lo que jamás había sido.
Al final, fue una ofrenda de paz - en vez de un acto de guerra - lo que hizo que la campaña de conquista de Sejuani empezase. El primer día de invierno, mensajeros de la tribu de Ashe se acercaron al campamento de Sejuani con una ofrenda de grano avarosano. La intención de Ashe era clara: si Sejuani unía a su tribu, la Garra Invernal nunca volvería a pasar hambre. Para Sejuani, el obsequio fue un insulto. Sejuani veía en la tribu de Ashe a hombres y mujeres, débiles y acomodados, que preferían ser granjeros en vez de luchar. Su desprecio por ellos era absoluto.
Sejuani reunió a su gente y prendió fuego al grano. Ella proclamó que la ofrenda de caridad de Ashe solo les traería debilidad. Arrebatándoles las provisiones a los mensajeros, Sejuani los envió de vuelta con un mensaje: la Garra Invernal demostraría a los discípulos de Avarosa que solo los fuertes merecen sobrevivir en Freljord. Mientras el grano ardía tras ellos, Sejuani y su ejército salieron a la carga con paso firme, decididos y comprometidos con las muchas y dolorosas lecciones que estarían por venir.
'Nací en el hielo, me curtió la tormenta y el frío fue mi maestro.' --- Sejuani
Sejuani fue criada en la adversidad y crecío entre los bárbaros. Donde otros sucumbieron a la dureza de Freljord, ella fue curtida con fiereza, hasta que el dolor se convirtió en poder, el hambre en coraje y el frío en sus aliados en un síntoma de debilidad. Gracias a su experiencia, aprendió que para sobrevivir al invierno sin fin, uno debe convertirse en un ser frío y sin compasión. A ojos de Sejuani, sus seguidores tienen la oportunidad de hacerse más fuertes o el derecho a morir. Una vez que haya conquistado Freljord, ella sabe que aquellos que sobrevivan formarán una nación a la que se temerá.
Cuando era pequeña, la líder de la Garra Invernal observó como los números de su tribu disminuían lentamente. El frío y el hambre se llevaron a los más débiles. Ella fue la única de entre sus hermanos y hermanas en sobrevivir a su décimo año, dejando a Sejuani con la impresión de que ella también moriría en la miseria. Como medida desesperada, buscó consuelo espiritual en el místico de su tribu. Pero el vidente no predijo la muerte de Sejuani. La visión profetizaba que Sejuani conquistaría y unificaría las tribus divididas de Freljord.
Armada con una fe absoluta en su destino, Sejuani se expuso a extremos que habrían acabado con cualquiera que no tuviese su voluntad de resistir. Caminó entre tormentas de nieve sin comida ni pieles y se entrenó mientras los vientos helados curtían su cuerpo. Peleó contra los guerreros más fuertes de su tribu, uno tras otro, hasta que sus piernas no aguantaron más. Cuando asumió el liderazgo de su tribu, Sejuani ordenó a sus guerreros que siguiesen su ejemplo. Bajo su gobierno, la tribu se haría mucho más fuerte de lo que jamás había sido.
Al final, fue una ofrenda de paz - en vez de un acto de guerra - lo que hizo que la campaña de conquista de Sejuani empezase. El primer día de invierno, mensajeros de la tribu de Ashe se acercaron al campamento de Sejuani con una ofrenda de grano avarosano. La intención de Ashe era clara: si Sejuani unía a su tribu, la Garra Invernal nunca volvería a pasar hambre. Para Sejuani, el obsequio fue un insulto. Sejuani veía en la tribu de Ashe a hombres y mujeres, débiles y acomodados, que preferían ser granjeros en vez de luchar. Su desprecio por ellos era absoluto.
Sejuani reunió a su gente y prendió fuego al grano. Ella proclamó que la ofrenda de caridad de Ashe solo les traería debilidad. Arrebatándoles las provisiones a los mensajeros, Sejuani los envió de vuelta con un mensaje: la Garra Invernal demostraría a los discípulos de Avarosa que solo los fuertes merecen sobrevivir en Freljord. Mientras el grano ardía tras ellos, Sejuani y su ejército salieron a la carga con paso firme, decididos y comprometidos con las muchas y dolorosas lecciones que estarían por venir.
'Nací en el hielo, me curtió la tormenta y el frío fue mi maestro.' --- Sejuani
Aliados de la Uña Invernal
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Olaf, El Berserker
La mayoría de los hombres diría que la muerte es temible, pero ninguno de ellos sería Olaf. El Berserker vive sólo para el rugido del grito de batalla y el choque del acero. Empujado por sus ansias de gloria y por el temor a ser olvidado al morir, Olaf se enzarza en toda pelea que se le presenta desenfrenadamente. Deja que su sed de sangre se apodere de él, Olaf sólo está vivo cuando lucha con la muerte.
La península costera de Lokfar está entre los lugares más brutales de Freljord. Allí, la ira es el único fuego con el que calentar los huesos congelados, la sangre es el único líquido que fluye libremente y no hay destino peor que envejecer, convertirse en un ser frágil y ser olvidado. Olaf era guerrero de Lokfar, con gran gloria en su haber y con la convicción de compartirla. Mientras se chuleaba ante los miembros de su clan por haber arrasado un pueblo, uno de los guerreros más ancianos se hartó de las fanfarronadas de Olaf. El anciano, incitó a Olaf a leer las profecías y comprobar si su gloria estaba a la altura de sus alardes. Olaf se envalentonó con el desafío y se rió de la envidia del viejo y lanzó al aire las tabas de una bestia muerta hace tiempo para predecir la gloria que alcanzaría en la muerte. La alegría desapareció del grupo al leer los presagios: las tabas hablaban de una vida larga y una muerte tranquila.
Olaf se enfureció y se adentró en la noche para demostrar que los augurios eran falsos con la idea de matar a la serpiente más temida de Lokfar. El monstruo habrá devorado a miles de hombres y naves durante su larga vida, así que morir combatiendo contra ella sería un fin digno para cualquier guerrero. Según Olaf se iba introduciendo en la oscuridad de sus fauces, también cayó en la oscuridad de su mente. Cuando el contacto con agua congelada lo trajo de vuelta de la oscuridad, a su lado sólo quedaba el esqueleto masacrado de la bestia. Maltrecho pero no derrotado, Olaf se fue a cazar a toda criatura legendaria con garras y colmillos, esperando que la siguiente batalla fuera la última. Cada vez que se precipitaba a su ansiada muerte, lograba librarse sólo por el frenesí que lo inundaba cuando estaba cerca de ella.
Olaf concluyó que no podría ser cualquier bestia la que le garantizara una muerte de guerrero. Su solución consistía en atacar a la tribu más temible de Freljord: la Garra Invernal. A Sejuani pareció divertirle el desafío de Olaf a su banda, pero no por su audacia tendría más piedad con él. Ordenó la carga y envió guerreros para que acabaran con Olaf. Uno a uno, fueron cayendo mientras intentaban inútilmente cerrarle el paso hasta la líder de la Garra Invernal. La lucha entre Olaf y Sejuani hizo temblar los glaciares y aunque parecía que era imparable, Sejuani luchó contra el berserker hasta detenerlo. Llegaron a un punto muerto y la mirada de Sejuani penetró a Olaf de un modo que ningún arma podría. Ya se había calmado cuando le hizo la siguiente propuesta: Sejuani juró a Olaf que le encontraría una muerte digna si prestaba el hacha a su campaña de conquista. En ese momento, Olaf juró que crearía su legado en Freljord.
'Cuando encuentres a tus ancestros, diles que te envía Olaf'.
- Olaf
La mayoría de los hombres diría que la muerte es temible, pero ninguno de ellos sería Olaf. El Berserker vive sólo para el rugido del grito de batalla y el choque del acero. Empujado por sus ansias de gloria y por el temor a ser olvidado al morir, Olaf se enzarza en toda pelea que se le presenta desenfrenadamente. Deja que su sed de sangre se apodere de él, Olaf sólo está vivo cuando lucha con la muerte.
La península costera de Lokfar está entre los lugares más brutales de Freljord. Allí, la ira es el único fuego con el que calentar los huesos congelados, la sangre es el único líquido que fluye libremente y no hay destino peor que envejecer, convertirse en un ser frágil y ser olvidado. Olaf era guerrero de Lokfar, con gran gloria en su haber y con la convicción de compartirla. Mientras se chuleaba ante los miembros de su clan por haber arrasado un pueblo, uno de los guerreros más ancianos se hartó de las fanfarronadas de Olaf. El anciano, incitó a Olaf a leer las profecías y comprobar si su gloria estaba a la altura de sus alardes. Olaf se envalentonó con el desafío y se rió de la envidia del viejo y lanzó al aire las tabas de una bestia muerta hace tiempo para predecir la gloria que alcanzaría en la muerte. La alegría desapareció del grupo al leer los presagios: las tabas hablaban de una vida larga y una muerte tranquila.
Olaf se enfureció y se adentró en la noche para demostrar que los augurios eran falsos con la idea de matar a la serpiente más temida de Lokfar. El monstruo habrá devorado a miles de hombres y naves durante su larga vida, así que morir combatiendo contra ella sería un fin digno para cualquier guerrero. Según Olaf se iba introduciendo en la oscuridad de sus fauces, también cayó en la oscuridad de su mente. Cuando el contacto con agua congelada lo trajo de vuelta de la oscuridad, a su lado sólo quedaba el esqueleto masacrado de la bestia. Maltrecho pero no derrotado, Olaf se fue a cazar a toda criatura legendaria con garras y colmillos, esperando que la siguiente batalla fuera la última. Cada vez que se precipitaba a su ansiada muerte, lograba librarse sólo por el frenesí que lo inundaba cuando estaba cerca de ella.
Olaf concluyó que no podría ser cualquier bestia la que le garantizara una muerte de guerrero. Su solución consistía en atacar a la tribu más temible de Freljord: la Garra Invernal. A Sejuani pareció divertirle el desafío de Olaf a su banda, pero no por su audacia tendría más piedad con él. Ordenó la carga y envió guerreros para que acabaran con Olaf. Uno a uno, fueron cayendo mientras intentaban inútilmente cerrarle el paso hasta la líder de la Garra Invernal. La lucha entre Olaf y Sejuani hizo temblar los glaciares y aunque parecía que era imparable, Sejuani luchó contra el berserker hasta detenerlo. Llegaron a un punto muerto y la mirada de Sejuani penetró a Olaf de un modo que ningún arma podría. Ya se había calmado cuando le hizo la siguiente propuesta: Sejuani juró a Olaf que le encontraría una muerte digna si prestaba el hacha a su campaña de conquista. En ese momento, Olaf juró que crearía su legado en Freljord.
'Cuando encuentres a tus ancestros, diles que te envía Olaf'.
- Olaf
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Volibear, El Rugido del Trueno
Las inhóspitas regiones al norte de Freljord son el hogar de los Ursine, una feroz raza de guerreros que ha sobrevivido en la tundra durante miles de años. Su líder es un feroz adversario que posee la fuerza del rayo para sembrar el pánico entre sus enemigos: Volibear. Tanto guerrero como místico, Volibear desea defender las antiguas tradiciones y el espíritu de guerreros de su tribu.
Aunque la historia recuerda sus legendarias hazañas en combate del pasado, ahora los Ursine vivían en un tranquilo aislamiento. Los guerreros estaban bajo las órdenes de un triunvirato de líderes que mantenían un longevo aislamiento, evitando los pequeños conflictos y asuntos de los demás. Volibear era el chamán de los tres, un sabio respetado por su conocimiento. Era una época de paz sin precedentes, pero Volibear sentía en su interior que algo no iba bien. La prosperidad estaba provocando que su tribu fuese débil, y muchos habían olvidado ya hace mucho el sagrado arte de la guerra. Volibear sentía que, con el tiempo, el fuego de sus almas se extinguiría. Cuando reveló sus inquietudes al triunvirato, estos se negaron a escuchar y le advirtieron que no olvidase cuál era su posición.
En busca de sabiduría, Volibear inició un peligroso viaje a la cima de la montaña sagrada de los Ursine, un lugar siempre envuelto por una tormenta eléctrica. Se decía que el ojo de la tormenta otorgaba augurios, y la leyenda afirmaba que la tempestad determinaría quién sería el próximo gran jefe de la tribu. Mientras ascendía a la cima, un nada natural rayo cayó sobre él. Cuando el chamán despertó, estaba poseído por una terrible visión de Freljord, completamente consumida por la oscuridad. Volibear vio cómo una fuerza Ursine, nada preparada y condescendiente, era masacrada por terribles criaturas de hielo. Al instante, supo que su raza perecería si no se preparaban para la guerra.
Volibear bajó a toda prisa por la colina de la montaña, para contar lo que había visto, pero tres Ursine le bloqueaban el paso: el triunvirato. Sabiendo que pondría fin a la duradera paz, se negaron a escuchar la advertencia de Volibear y exigieron su silencio, ya fuese por propia voluntad o por muerte. Decidido y tenaz, Volibear juró que la propia supervivencia de los Ursine dependía de su mensaje, por lo que se enzarzó en un intenso combate contra los tres. El enfrentamiento fue terrible, y en cuanto Volibear sucumbió ante sus oponentes, apeló al poder de la tormenta. Liberando un poderoso rayo, asestó al trío un golpe terrible. Aturdido y atontado, el triunvirato observó la señal del liderazgo de los Ursine: el poder de la tormenta sagrada.
Respetando la profecía, el triunvirato nombró a Volibear nuevo líder de los Ursine. Su influencia se expandió rápidamente y de forma decisiva: sacó a su tribu de la autocomplacencia, revivió sus tradiciones de batalla y se alió con Sejuani, la guerrera que lucharía con ellos contra el mal que les acechaba. Con el tiempo, la tribu se volvería más fuerte y feroz, expandiéndose una vez más su fama de terribles guerreros de leyenda. Ahora, Volibear y los Ursine están preparados para los días oscuros que acechan en el horizonte helado.
''Los Ursine no pueden conocer la paz sin la guerra''.
-- Volibear
Las inhóspitas regiones al norte de Freljord son el hogar de los Ursine, una feroz raza de guerreros que ha sobrevivido en la tundra durante miles de años. Su líder es un feroz adversario que posee la fuerza del rayo para sembrar el pánico entre sus enemigos: Volibear. Tanto guerrero como místico, Volibear desea defender las antiguas tradiciones y el espíritu de guerreros de su tribu.
Aunque la historia recuerda sus legendarias hazañas en combate del pasado, ahora los Ursine vivían en un tranquilo aislamiento. Los guerreros estaban bajo las órdenes de un triunvirato de líderes que mantenían un longevo aislamiento, evitando los pequeños conflictos y asuntos de los demás. Volibear era el chamán de los tres, un sabio respetado por su conocimiento. Era una época de paz sin precedentes, pero Volibear sentía en su interior que algo no iba bien. La prosperidad estaba provocando que su tribu fuese débil, y muchos habían olvidado ya hace mucho el sagrado arte de la guerra. Volibear sentía que, con el tiempo, el fuego de sus almas se extinguiría. Cuando reveló sus inquietudes al triunvirato, estos se negaron a escuchar y le advirtieron que no olvidase cuál era su posición.
En busca de sabiduría, Volibear inició un peligroso viaje a la cima de la montaña sagrada de los Ursine, un lugar siempre envuelto por una tormenta eléctrica. Se decía que el ojo de la tormenta otorgaba augurios, y la leyenda afirmaba que la tempestad determinaría quién sería el próximo gran jefe de la tribu. Mientras ascendía a la cima, un nada natural rayo cayó sobre él. Cuando el chamán despertó, estaba poseído por una terrible visión de Freljord, completamente consumida por la oscuridad. Volibear vio cómo una fuerza Ursine, nada preparada y condescendiente, era masacrada por terribles criaturas de hielo. Al instante, supo que su raza perecería si no se preparaban para la guerra.
Volibear bajó a toda prisa por la colina de la montaña, para contar lo que había visto, pero tres Ursine le bloqueaban el paso: el triunvirato. Sabiendo que pondría fin a la duradera paz, se negaron a escuchar la advertencia de Volibear y exigieron su silencio, ya fuese por propia voluntad o por muerte. Decidido y tenaz, Volibear juró que la propia supervivencia de los Ursine dependía de su mensaje, por lo que se enzarzó en un intenso combate contra los tres. El enfrentamiento fue terrible, y en cuanto Volibear sucumbió ante sus oponentes, apeló al poder de la tormenta. Liberando un poderoso rayo, asestó al trío un golpe terrible. Aturdido y atontado, el triunvirato observó la señal del liderazgo de los Ursine: el poder de la tormenta sagrada.
Respetando la profecía, el triunvirato nombró a Volibear nuevo líder de los Ursine. Su influencia se expandió rápidamente y de forma decisiva: sacó a su tribu de la autocomplacencia, revivió sus tradiciones de batalla y se alió con Sejuani, la guerrera que lucharía con ellos contra el mal que les acechaba. Con el tiempo, la tribu se volvería más fuerte y feroz, expandiéndose una vez más su fama de terribles guerreros de leyenda. Ahora, Volibear y los Ursine están preparados para los días oscuros que acechan en el horizonte helado.
''Los Ursine no pueden conocer la paz sin la guerra''.
-- Volibear
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Udyr, El Caminante Espiritual
Udyr es más que un hombre, es un recipiente para el poder indomable de cuatro espíritus de animales primigenios. Al explotar las naturalezas animales de los espíritus, Udyr puede emplear su fuerza única, el tigre le proporciona velocidad y ferocidad, la tortuga resistencia, el oso poder y el fénix la llama eterna. Con estos poderes combinados, Udyr puede aplacar a todo aquel que intente perjudicar el orden natural.
En Freljord hay una casta única que vive fuera de la sociedad de esas tierras salvajes. Son los custodios del mundo natural: los Caminantes Espirituales. Una vez cada generación, nace un niño bajo una luna de rojo sangre, un niño que se dice que vive entre dos mundos: el de los espíritus y el de los hombres. Se lleva al niño ante el Caminante Espiritual para que continúe el linaje chamánico. Udyr fue tal niño, y conocía el aullido de los lobos de la tundra incluso antes que la lengua de sus ancestros. Con la ayuda del Caminante Espiritual, Udyr podría aprender el sentido de las llamadas espirituales y tender al equilibrio de la naturaleza. El Caminante Espiritual le dijo a Udyr que sería puesto a prueba más que los anteriores a él, los espíritus de Freljord estaban poniéndose nerviosos, aunque la razón permanecía oculta.
La respuesta a esta tensión llegó durante el mortífero invierno, una figura temible de la que sólo se sabía a través de susurros asustados descendió sobre Udyr y el Caminante Espiritual, era la Bruja de Hielo. Consciente de que el chico caería presa de su magia fácilmente, el Caminante Espiritual lo protegió de su ataque a costa de su propia vida. Superado por el dolor, Udyr aulló lleno de furia, y sintió que Freljord aullaba con él. En ese momento, el niño acogió la naturaleza primigenia de los espíritus y se convirtió en una bestia. El rugido de Udyr, ya con todo su poder, hizo temblar las cumbres y provocó una avalancha torrencial. Cuando Udyr logró abrirse camino para salir del hielo, la Bruja de Hielo ya no parecía estar allí.
Durante años, la tribus del norte evitaron al salvaje y sus dominios. Pero un día, Udyr olisqueó a un intruso temerario. Tenía la determinación de atacar al extraño para expulsarlo de su territorio, pero el ataque fue esquivado con facilidad. El salvaje se abalanzó sobre el hombre una y otra vez, pero cada vez el ataque era repelido constantemente. Derrotado y exhausto, Udyr se calmó y preguntó torpemente al extraño quién era. Lee Sin había venido en busca de las enseñanzas del Caminante Espiritual pero encontró a un hombre perdido en su lugar. El monje prometió ayudar a Udyr a volver a encontrar su camino y lo guió a un monasterio que se decía que estaba protegido por cuatro espíritus eternos portadores de gran poder y sabiduría. Allí, Udyr encontraría la armonía.
Lee Sin llevó a Udyr a unas tierras que contrastaban notablemente con su lugar de nacimiento. La supervivencia no era la única ley que gobernaba las vidas de los jonios y las criaturas de esas tierras. Por primera vez, Udyr se sintió en paz con los espíritus que lo rodeaban y encontró consuelo en compañía de humanos. El tiempo que pasó con los monjes le enseñó a controlar sus instintos, mientras que su contacto con los antiguos espíritus del templo le otorgó sabiduría. Gracias a ambas cosas, Udyr aprendió a aceptarse de verdad como el nuevo Caminante Espiritual.
Udyr le debía mucho a los jonios. Era una deuda que nunca le reclamaron, pero que él, sin duda, les pagaría infinidad de veces. Cuando tuvo lugar la invasión de los ejércitos de Noxus, Udyr no se quedó de brazos cruzados mientras los violentos soldados oprimían a los pacíficos jonios. No había olvidado cómo usar sus dientes. Udyr saltó sobre los ejércitos enemigos con toda la ferocidad de una bestia atrapada, y dio a los invasores un buen motivo para temer al mundo salvaje. Cayendo desde los árboles, sus garras trituraban a los noxianos. En los ríos, los arrollaba como si fuese la marea. Y en los campos, los consumía con la feroz vida salvaje. La ira de Udyr sólo se relajó cuando los noxianos huyeron con el rabo entre las piernas.
La paz regresó a Jonia, pero Udyr todavía notaba que había algo que no le permitía descansar. Los espíritus de Freljord lo llamaban, avisándolo de que un mal antinatural iba a emerger del hielo. Udyr comprendió la amenaza auténtica que suponía la Bruja de Hielo para su hogar: era el heraldo de una oscuridad mayor que pronto envolvería la tierra. Armado con los poderosos espíritus del templo, Udyr regresó a Freljord en busca de defender el mundo natural de todo lo que pudiese amenazar su equilibrio.
'La voluntad de la naturaleza se cumple a través de nosotros'.
-- Udyr
Udyr es más que un hombre, es un recipiente para el poder indomable de cuatro espíritus de animales primigenios. Al explotar las naturalezas animales de los espíritus, Udyr puede emplear su fuerza única, el tigre le proporciona velocidad y ferocidad, la tortuga resistencia, el oso poder y el fénix la llama eterna. Con estos poderes combinados, Udyr puede aplacar a todo aquel que intente perjudicar el orden natural.
En Freljord hay una casta única que vive fuera de la sociedad de esas tierras salvajes. Son los custodios del mundo natural: los Caminantes Espirituales. Una vez cada generación, nace un niño bajo una luna de rojo sangre, un niño que se dice que vive entre dos mundos: el de los espíritus y el de los hombres. Se lleva al niño ante el Caminante Espiritual para que continúe el linaje chamánico. Udyr fue tal niño, y conocía el aullido de los lobos de la tundra incluso antes que la lengua de sus ancestros. Con la ayuda del Caminante Espiritual, Udyr podría aprender el sentido de las llamadas espirituales y tender al equilibrio de la naturaleza. El Caminante Espiritual le dijo a Udyr que sería puesto a prueba más que los anteriores a él, los espíritus de Freljord estaban poniéndose nerviosos, aunque la razón permanecía oculta.
La respuesta a esta tensión llegó durante el mortífero invierno, una figura temible de la que sólo se sabía a través de susurros asustados descendió sobre Udyr y el Caminante Espiritual, era la Bruja de Hielo. Consciente de que el chico caería presa de su magia fácilmente, el Caminante Espiritual lo protegió de su ataque a costa de su propia vida. Superado por el dolor, Udyr aulló lleno de furia, y sintió que Freljord aullaba con él. En ese momento, el niño acogió la naturaleza primigenia de los espíritus y se convirtió en una bestia. El rugido de Udyr, ya con todo su poder, hizo temblar las cumbres y provocó una avalancha torrencial. Cuando Udyr logró abrirse camino para salir del hielo, la Bruja de Hielo ya no parecía estar allí.
Durante años, la tribus del norte evitaron al salvaje y sus dominios. Pero un día, Udyr olisqueó a un intruso temerario. Tenía la determinación de atacar al extraño para expulsarlo de su territorio, pero el ataque fue esquivado con facilidad. El salvaje se abalanzó sobre el hombre una y otra vez, pero cada vez el ataque era repelido constantemente. Derrotado y exhausto, Udyr se calmó y preguntó torpemente al extraño quién era. Lee Sin había venido en busca de las enseñanzas del Caminante Espiritual pero encontró a un hombre perdido en su lugar. El monje prometió ayudar a Udyr a volver a encontrar su camino y lo guió a un monasterio que se decía que estaba protegido por cuatro espíritus eternos portadores de gran poder y sabiduría. Allí, Udyr encontraría la armonía.
Lee Sin llevó a Udyr a unas tierras que contrastaban notablemente con su lugar de nacimiento. La supervivencia no era la única ley que gobernaba las vidas de los jonios y las criaturas de esas tierras. Por primera vez, Udyr se sintió en paz con los espíritus que lo rodeaban y encontró consuelo en compañía de humanos. El tiempo que pasó con los monjes le enseñó a controlar sus instintos, mientras que su contacto con los antiguos espíritus del templo le otorgó sabiduría. Gracias a ambas cosas, Udyr aprendió a aceptarse de verdad como el nuevo Caminante Espiritual.
Udyr le debía mucho a los jonios. Era una deuda que nunca le reclamaron, pero que él, sin duda, les pagaría infinidad de veces. Cuando tuvo lugar la invasión de los ejércitos de Noxus, Udyr no se quedó de brazos cruzados mientras los violentos soldados oprimían a los pacíficos jonios. No había olvidado cómo usar sus dientes. Udyr saltó sobre los ejércitos enemigos con toda la ferocidad de una bestia atrapada, y dio a los invasores un buen motivo para temer al mundo salvaje. Cayendo desde los árboles, sus garras trituraban a los noxianos. En los ríos, los arrollaba como si fuese la marea. Y en los campos, los consumía con la feroz vida salvaje. La ira de Udyr sólo se relajó cuando los noxianos huyeron con el rabo entre las piernas.
La paz regresó a Jonia, pero Udyr todavía notaba que había algo que no le permitía descansar. Los espíritus de Freljord lo llamaban, avisándolo de que un mal antinatural iba a emerger del hielo. Udyr comprendió la amenaza auténtica que suponía la Bruja de Hielo para su hogar: era el heraldo de una oscuridad mayor que pronto envolvería la tierra. Armado con los poderosos espíritus del templo, Udyr regresó a Freljord en busca de defender el mundo natural de todo lo que pudiese amenazar su equilibrio.
'La voluntad de la naturaleza se cumple a través de nosotros'.
-- Udyr