La Facción Avarosan
La Avarosan son los que son leales a la Reina Ashe. Mientras que otros prefieren la guerra, Ashe trabaja día y noche para establecer una alianza única en todo Freljord. Aunque sus métodos son pacíficos, ella todavía está respaldada por un ejército poderoso y comprometido. Los Campeones que se han aliado con ella son: Tryndamere , Anivia , Gragas y Nunu.
Capeones de Avarosan
Lider
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Ashe, La Arquera de Hielo
Con cada flecha que parte de su arco encantado con hielo milenario, Ashe demuestra que es una arquera maestra. Elige a su objetivo con extremo cuidado, espera el momento justo y entonces, ataca con poder y precisión. Con esta misma perspectiva y concentración persigue su objetivo de unir las tribus de Freljord para forjar una nación poderosa.
De niña, Ashe fue siempre una soñadora. Se maravillaba ante la colosal fortaleza abandonada de sus ancestros y pasaba horas junto al fuego escuchando los cuentos de los fabulosos campeones de Freljord. Por encima de todo le gustaba la leyenda de Avarosa, la renombrada Reina del otrora unido y magnificente pueblo de Freljord. Aunque su madre la reprendió por su insensatez, Ashe juró que se uniría a las dispersas tribus guerreras de la tundra. En el fondo sabía que si su gente se mantenía unida una vez más, alcanzarían de nuevo la grandeza.
Cuando Ashe tenía sólo quince años, su madre fue asesinada mientras estaba al mando de la tribu en una incursión temeraria. Ashe adoptó repentinamente el papel de líder y tuvo que tomar la difícil decisión de seguir su visión de la infancia en vez de buscar la venganza que ansiaba. Habló a su tribu apasionadamente en contra de las peticiones de venganza, aduciendo que había llegado la hora de abandonar los feudos de la sangre y forjar una paz duradera. Alguno de los guerreros cuestionaron su aptitud para gobernar y pronto urdieron un complot traicionero para asesinar a la joven líder.
Los asesinos atacaron cuando Ashe estaba de caza, pero su plan fue truncado por el chillido de aviso de un gran halcón. Ashe miró atrás para ver cómo se acercaban los hombres de su tribu con las espadas desenvainadas. Ashe se sintió superada así que huyó durante horas. Llegó a un territorio inexplorado, había perdido el arma durante la persecución. Cuando volvió a oír el grito del halcón, Ashe depositó sus esperanzas en la extraña criatura y la siguió hasta un claro. Allí vio al pájaro posado en un montón de piedras, un antiguo túmulo Freljord. Tras mirarla una última vez, el halcón chilló y se fue volando. Al acercarse al montículo, Ashe sintió cómo se le helaba el aliento y un escalofrío antinatural le recorrió el cuerpo. La piedra situada en la parte superior del túmulo estaba marcada con una sola runa: Avarosa.
Los asesinos irrumpieron en el claro. Ashe levanto la piedra rúnica del túmulo para defenderse y apareció algo que estaba oculto: un arco ornamentado tallado en hielo. Lo cogió y gritó de dolor cuando se le formó hielo en los dedos al arrancarlo de su lugar de descanso. El frió que fluyó por el arma encantada hasta Ashe despertó el gran poder latente en su interior.
Ashe se giró para enfrentarse a los asesinos. Desenfundó el arco y por puro instinto, hizo que se formaran flechas de hielo puro a partir del aire frío y cortante. Con una sola descarga congelada acabó con la insurrección. Recolocó con cuidado la piedra del túmulo, dio gracias a Avarosa por su regalo y volvió a casa. La tribu de Ashe interpretó al instante el arma legendaria que portaba la arquera como una bendición de la antigua reina de Freljord.
Con el arco de Avarosa y su visión de unión pacífica, la tribu de Ashe pronto prosperó y se convirtió en la más grande de Freljord. Ahora conocidos como los discípulos de Avarosa, permanecen juntos bajo la creencia de que Freljord unido volverá a convertirse en una gran nación.
'Una tribu, una gente, un Freljord'”.
-- Ashe
Con cada flecha que parte de su arco encantado con hielo milenario, Ashe demuestra que es una arquera maestra. Elige a su objetivo con extremo cuidado, espera el momento justo y entonces, ataca con poder y precisión. Con esta misma perspectiva y concentración persigue su objetivo de unir las tribus de Freljord para forjar una nación poderosa.
De niña, Ashe fue siempre una soñadora. Se maravillaba ante la colosal fortaleza abandonada de sus ancestros y pasaba horas junto al fuego escuchando los cuentos de los fabulosos campeones de Freljord. Por encima de todo le gustaba la leyenda de Avarosa, la renombrada Reina del otrora unido y magnificente pueblo de Freljord. Aunque su madre la reprendió por su insensatez, Ashe juró que se uniría a las dispersas tribus guerreras de la tundra. En el fondo sabía que si su gente se mantenía unida una vez más, alcanzarían de nuevo la grandeza.
Cuando Ashe tenía sólo quince años, su madre fue asesinada mientras estaba al mando de la tribu en una incursión temeraria. Ashe adoptó repentinamente el papel de líder y tuvo que tomar la difícil decisión de seguir su visión de la infancia en vez de buscar la venganza que ansiaba. Habló a su tribu apasionadamente en contra de las peticiones de venganza, aduciendo que había llegado la hora de abandonar los feudos de la sangre y forjar una paz duradera. Alguno de los guerreros cuestionaron su aptitud para gobernar y pronto urdieron un complot traicionero para asesinar a la joven líder.
Los asesinos atacaron cuando Ashe estaba de caza, pero su plan fue truncado por el chillido de aviso de un gran halcón. Ashe miró atrás para ver cómo se acercaban los hombres de su tribu con las espadas desenvainadas. Ashe se sintió superada así que huyó durante horas. Llegó a un territorio inexplorado, había perdido el arma durante la persecución. Cuando volvió a oír el grito del halcón, Ashe depositó sus esperanzas en la extraña criatura y la siguió hasta un claro. Allí vio al pájaro posado en un montón de piedras, un antiguo túmulo Freljord. Tras mirarla una última vez, el halcón chilló y se fue volando. Al acercarse al montículo, Ashe sintió cómo se le helaba el aliento y un escalofrío antinatural le recorrió el cuerpo. La piedra situada en la parte superior del túmulo estaba marcada con una sola runa: Avarosa.
Los asesinos irrumpieron en el claro. Ashe levanto la piedra rúnica del túmulo para defenderse y apareció algo que estaba oculto: un arco ornamentado tallado en hielo. Lo cogió y gritó de dolor cuando se le formó hielo en los dedos al arrancarlo de su lugar de descanso. El frió que fluyó por el arma encantada hasta Ashe despertó el gran poder latente en su interior.
Ashe se giró para enfrentarse a los asesinos. Desenfundó el arco y por puro instinto, hizo que se formaran flechas de hielo puro a partir del aire frío y cortante. Con una sola descarga congelada acabó con la insurrección. Recolocó con cuidado la piedra del túmulo, dio gracias a Avarosa por su regalo y volvió a casa. La tribu de Ashe interpretó al instante el arma legendaria que portaba la arquera como una bendición de la antigua reina de Freljord.
Con el arco de Avarosa y su visión de unión pacífica, la tribu de Ashe pronto prosperó y se convirtió en la más grande de Freljord. Ahora conocidos como los discípulos de Avarosa, permanecen juntos bajo la creencia de que Freljord unido volverá a convertirse en una gran nación.
'Una tribu, una gente, un Freljord'”.
-- Ashe
Aliados de Avarosan
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Tryndamere, El Rey Bárbaro
Tryndamere avanza por la tundra empujado por su furia y rabia desatadas, domina el arte de la batalla y desafía a los más grandes guerreros de Freljord. Este bárbaro iracundo busca vengarse de quien diezmara a su clan, y acaba con todo aquel que se interponga entre él y su retribución final.
El joven Tryndamere intentaba sobrevivir en el duro y helador Freljord, y su gente combatía contra otras tribus por los escasos recursos que daba la tierra. En una de estas peleas, su vida cambió para siempre. Los incursores tendieron una emboscada a Tryndamere en el silencio de la noche, y aunque los guerreros pudieron repeler la primera oleada, no estaban listos para la figura oscura que apareció después. Blandía una espada cruel y viviente, e inspiraba ansias de sangre en los invasores con su magia de otro mundo. La tribu de Tryndamere fue superada en un momento. Tras perder la esperanza de derrotar a ese ser enigmático, Tryndamere se lanzó a una muerte segura. La figura oscura lo apartó a un lado e hirió mortalmente al joven bárbaro.
Tryndamere veía cómo la muerte y la destrucción se cebaban con su hogar al tiempo que veía cómo la vida se le escapaba de las manos. Nadie aguantó, sólo quedaban los gritos de los moribundos. Tryndamere era incapaz de rendirse y se entregó del todo a su ira. Su sangre hervía y la rabia le consumía, disipando su mortalidad. Se puso en pie, casi incapaz de sostener la espada, preparándose para el enfrentamiento final con ese ser sombrío. Pero la figura oscura ni siquiera alzó la espada, en vez de eso, sonrió familiarmente a Tryndamere mientras se desvanecía en las sombras. Fue la última vez que el bárbaro vio a su némesis.
Tryndamere, un hombre al que habían arrebatado su hogar y a su gente, merodeó por Freljord durante años, y juró convertirse a sí mismo en un instrumento de venganza brutal. Visitó todas las tribus de los páramos helados, y superó a todos sus campeones, hasta que no quedó ninguno al que desafiar. Durante este tiempo, dominó las artes bárbaras y convirtió su rabia en una fuerza a tener en cuenta. Espada en mano e ira en corazón, está inmerso en una misión de venganza contra aquellos que destrozaron la vida que una vez conoció.
'La ira es mi arma''.
-- Tryndamere
Tryndamere avanza por la tundra empujado por su furia y rabia desatadas, domina el arte de la batalla y desafía a los más grandes guerreros de Freljord. Este bárbaro iracundo busca vengarse de quien diezmara a su clan, y acaba con todo aquel que se interponga entre él y su retribución final.
El joven Tryndamere intentaba sobrevivir en el duro y helador Freljord, y su gente combatía contra otras tribus por los escasos recursos que daba la tierra. En una de estas peleas, su vida cambió para siempre. Los incursores tendieron una emboscada a Tryndamere en el silencio de la noche, y aunque los guerreros pudieron repeler la primera oleada, no estaban listos para la figura oscura que apareció después. Blandía una espada cruel y viviente, e inspiraba ansias de sangre en los invasores con su magia de otro mundo. La tribu de Tryndamere fue superada en un momento. Tras perder la esperanza de derrotar a ese ser enigmático, Tryndamere se lanzó a una muerte segura. La figura oscura lo apartó a un lado e hirió mortalmente al joven bárbaro.
Tryndamere veía cómo la muerte y la destrucción se cebaban con su hogar al tiempo que veía cómo la vida se le escapaba de las manos. Nadie aguantó, sólo quedaban los gritos de los moribundos. Tryndamere era incapaz de rendirse y se entregó del todo a su ira. Su sangre hervía y la rabia le consumía, disipando su mortalidad. Se puso en pie, casi incapaz de sostener la espada, preparándose para el enfrentamiento final con ese ser sombrío. Pero la figura oscura ni siquiera alzó la espada, en vez de eso, sonrió familiarmente a Tryndamere mientras se desvanecía en las sombras. Fue la última vez que el bárbaro vio a su némesis.
Tryndamere, un hombre al que habían arrebatado su hogar y a su gente, merodeó por Freljord durante años, y juró convertirse a sí mismo en un instrumento de venganza brutal. Visitó todas las tribus de los páramos helados, y superó a todos sus campeones, hasta que no quedó ninguno al que desafiar. Durante este tiempo, dominó las artes bárbaras y convirtió su rabia en una fuerza a tener en cuenta. Espada en mano e ira en corazón, está inmerso en una misión de venganza contra aquellos que destrozaron la vida que una vez conoció.
'La ira es mi arma''.
-- Tryndamere
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Anivia, La Criofénix
Anivia pertenece al más frío invierno, es una encarnación mística del hielo mágico y una antigua protectora de Freljord. Controla todo el poder y la furia de la tierra, llama a la nieve y a los fuertes vientos para defender su hogar de aquellos que podrían dañarlo. Criatura benevolente pero misteriosa, Anivia está unida durante toda la eternidad a la vigilancia de Freljord a través de la vida, la muerte y el renacimiento.
Anivia es tan esencial para Freljord como lo es el frío que lo azota. Mucho antes de que los mortales pusieran un pie en la tundra helada de esta tierra, ella había vivido incontables vidas y muerto otras tantas veces. Los comienzos y finales de su eterno ciclo siempre van acontecidos de un gran cambio, desde la calma de las potentes tormentas hasta el declive de las eras de hielo. Se dice que cuando la criofénix muere, una era termina; y que cuando vuelve a la vida, una era comienza.
Aunque las vidas pasadas de Anivia han desaparecido de su memoria, ella conoce su propósito: debe proteger Freljord cueste lo que cueste.
La última vez que volvió a la vida, Anivia fue testigo del nacimiento de una poderosa tribu de humanos. Ella protegió sus tierras con orgullo a medida que ellos prosperaban, pero tal unidad no podía durar para siempre. La gran tribu se dividió en tres y, tras esa revuelta, Anivia observó a la gente de Freljord implicarse en las batallas. Cuando se disponía a apaciguar la tormenta que estaba destrozando su hogar, Anivia empezó a sentir una amenaza mayor: un mal antiguo empezaba a crecer dentro de la tierra. Para mayor tragedia, sintió la magia pura del hielo convertirse en oscuridad y corrupción. Como sangre en el agua, la oscuridad se deslizó por todo Freljord. Con su destino tan unido al poder de la tierra, Anivia sabía que si tal mal conseguía establecerse en su hogar, la misma oscuridad encontraría una manera de acceder a su corazón. Ya no podía permanecer como un simple guardián: la criofénix tenía que actuar.
Anivia ponto descubrió un aliado en Ashe, Arquera de Hielo. Ashe también creía en la unidad como final de la constante lucha de Freljord y Anivia ofreció a la líder de la tribu su ayuda. Ahora, con la guerra a la vista en el horizonte, Anivia se prepara para luchar por la paz, pero conoce la verdad inevitable de su destino. Algún día, el mal se alzará desde el hielo, y ella deberá destruirlo, a cualquier precio.
'Soy la ira de la ventisca, la mordacidad del viento y el frío del hielo. Yo soy Freljord'.
-- Anivia
Anivia pertenece al más frío invierno, es una encarnación mística del hielo mágico y una antigua protectora de Freljord. Controla todo el poder y la furia de la tierra, llama a la nieve y a los fuertes vientos para defender su hogar de aquellos que podrían dañarlo. Criatura benevolente pero misteriosa, Anivia está unida durante toda la eternidad a la vigilancia de Freljord a través de la vida, la muerte y el renacimiento.
Anivia es tan esencial para Freljord como lo es el frío que lo azota. Mucho antes de que los mortales pusieran un pie en la tundra helada de esta tierra, ella había vivido incontables vidas y muerto otras tantas veces. Los comienzos y finales de su eterno ciclo siempre van acontecidos de un gran cambio, desde la calma de las potentes tormentas hasta el declive de las eras de hielo. Se dice que cuando la criofénix muere, una era termina; y que cuando vuelve a la vida, una era comienza.
Aunque las vidas pasadas de Anivia han desaparecido de su memoria, ella conoce su propósito: debe proteger Freljord cueste lo que cueste.
La última vez que volvió a la vida, Anivia fue testigo del nacimiento de una poderosa tribu de humanos. Ella protegió sus tierras con orgullo a medida que ellos prosperaban, pero tal unidad no podía durar para siempre. La gran tribu se dividió en tres y, tras esa revuelta, Anivia observó a la gente de Freljord implicarse en las batallas. Cuando se disponía a apaciguar la tormenta que estaba destrozando su hogar, Anivia empezó a sentir una amenaza mayor: un mal antiguo empezaba a crecer dentro de la tierra. Para mayor tragedia, sintió la magia pura del hielo convertirse en oscuridad y corrupción. Como sangre en el agua, la oscuridad se deslizó por todo Freljord. Con su destino tan unido al poder de la tierra, Anivia sabía que si tal mal conseguía establecerse en su hogar, la misma oscuridad encontraría una manera de acceder a su corazón. Ya no podía permanecer como un simple guardián: la criofénix tenía que actuar.
Anivia ponto descubrió un aliado en Ashe, Arquera de Hielo. Ashe también creía en la unidad como final de la constante lucha de Freljord y Anivia ofreció a la líder de la tribu su ayuda. Ahora, con la guerra a la vista en el horizonte, Anivia se prepara para luchar por la paz, pero conoce la verdad inevitable de su destino. Algún día, el mal se alzará desde el hielo, y ella deberá destruirlo, a cualquier precio.
'Soy la ira de la ventisca, la mordacidad del viento y el frío del hielo. Yo soy Freljord'.
-- Anivia
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Gragas, El Camorrista
Lo único más importante para Gragas que pelear es beber. Su sed insaciable por cerveza más fuerte le ha llevado a buscar el ingrediente más potente y extraño que echar a su alambique. A este juerguista empedernido, le gusta tanto chocar jarras como cabezas. Gracias a sus extrañas cervezas y a su naturaleza temperamental, beber con Gragas es siempre un riesgo.
Gragas es un bebedor empedernido pero su enorme constitución impiden que alcance el estado divino de la intoxicación. Una noche, tras beberse todas las jarras y quedarse con ganas de más, a Gragas le asaltó un pensamiento en vez de un taburete de bar, como solía ocurrir, ¿por qué no lograría crear una cerveza que lo emborrachara de verdad? Así que decidió crear la cerveza definitiva.
La búsqueda de Gragas lo condujo hasta Freljord, donde la promesa de conseguir el agua ártica más pura para su receta lo llevó a páramos glaciales inexplorados. Mientras estaba perdido en una ventisca implacable, Gragas se topó con un gran abismo de los lamentos. Y allí lo halló: un fragmento de hielo perfecto, diferente a cualquier cosa que hubiera visto. Este fragmento no sólo le confirió a su cerveza una propiedades increíbles, sino que además tenía un efecto secundario muy útil, conservaba la bebida a una temperatura perfecta para servirse.
Bajo el hechizo de su nuevo combinado, Gragas se dirigió a la civilización para compartir las frutas fermentadas de su trabajo. Y tal como quiso el destino, el primer grupo en el que se fijaron los ojos de Gragas conformaría el futuro de Freljord. Se introdujo en una negociación entre dos tribus que discutían una alianza con Ashe. Aunque Ashe agradeció un paréntesis dentro de tanta tensión, los otros guerreros se enfurecieron por la intrusión e insultaron al gañán borracho. Fiel a su naturaleza, Gragas contesto con un cabezazo y armó una bronca que sólo las leyendas de Freljord podían igualar.
Cuando los derribados en el combate volvieron en sí, Ashe propuso que bebieran como amigos en vez de pelear. Con los ánimos más relajados, las dos tribus, antes al borde de la guerra, se unieron gracias al brebaje de Gragas. Aunque se evitó una pelea y Gragas fue considerado un héroe, aún no había logrado su sueño de felicidad ebria. Así que de nuevo, se adentró en la tundra para buscar los ingredientes para la pinta perfecta de Runaterra.
'¡Con esto te saldrá pelo en el pecho!'
-- Gragas
Lo único más importante para Gragas que pelear es beber. Su sed insaciable por cerveza más fuerte le ha llevado a buscar el ingrediente más potente y extraño que echar a su alambique. A este juerguista empedernido, le gusta tanto chocar jarras como cabezas. Gracias a sus extrañas cervezas y a su naturaleza temperamental, beber con Gragas es siempre un riesgo.
Gragas es un bebedor empedernido pero su enorme constitución impiden que alcance el estado divino de la intoxicación. Una noche, tras beberse todas las jarras y quedarse con ganas de más, a Gragas le asaltó un pensamiento en vez de un taburete de bar, como solía ocurrir, ¿por qué no lograría crear una cerveza que lo emborrachara de verdad? Así que decidió crear la cerveza definitiva.
La búsqueda de Gragas lo condujo hasta Freljord, donde la promesa de conseguir el agua ártica más pura para su receta lo llevó a páramos glaciales inexplorados. Mientras estaba perdido en una ventisca implacable, Gragas se topó con un gran abismo de los lamentos. Y allí lo halló: un fragmento de hielo perfecto, diferente a cualquier cosa que hubiera visto. Este fragmento no sólo le confirió a su cerveza una propiedades increíbles, sino que además tenía un efecto secundario muy útil, conservaba la bebida a una temperatura perfecta para servirse.
Bajo el hechizo de su nuevo combinado, Gragas se dirigió a la civilización para compartir las frutas fermentadas de su trabajo. Y tal como quiso el destino, el primer grupo en el que se fijaron los ojos de Gragas conformaría el futuro de Freljord. Se introdujo en una negociación entre dos tribus que discutían una alianza con Ashe. Aunque Ashe agradeció un paréntesis dentro de tanta tensión, los otros guerreros se enfurecieron por la intrusión e insultaron al gañán borracho. Fiel a su naturaleza, Gragas contesto con un cabezazo y armó una bronca que sólo las leyendas de Freljord podían igualar.
Cuando los derribados en el combate volvieron en sí, Ashe propuso que bebieran como amigos en vez de pelear. Con los ánimos más relajados, las dos tribus, antes al borde de la guerra, se unieron gracias al brebaje de Gragas. Aunque se evitó una pelea y Gragas fue considerado un héroe, aún no había logrado su sueño de felicidad ebria. Así que de nuevo, se adentró en la tundra para buscar los ingredientes para la pinta perfecta de Runaterra.
'¡Con esto te saldrá pelo en el pecho!'
-- Gragas
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Nunu, El Jinete de Yetis
A veces ocurre que los lazos de la amistad son más fuertes que los de la sangre. Cuando esos lazos atan a un niño temerario con un Yeti temible, el vínculo se convierte en una fuerza a tener en cuenta. Dada la responsabilidad que suponía domar a una bestia terrorífica, Nunu forjó una amistad donde otros habrían forjado cadenas. Ahora Nunu y su compañero Willump forman una pareja inseparable que combina la exuberancia de la juventud y la fuerza bruta con los poderes míticos del Yeti que les ayudarán a superar obstáculos imposibles para una pareja corriente.
Nunu conserva recuerdos muy vagos de sus padres o de la época en la que formaba parte de la tribu Guardia de Hielo. Nunca fue bien recibido entre sus cuidadores, el espíritu viajero y la compasión de Nunu lo enfrentaban con los ancianos de la tribu a menudo, y muchas veces soñaba con lugares más allá de la sombra de la ciudadela de la Guardia de Hielo. A veces hacía algo más que soñar, para frustración de sus cuidadores. El mejor ejemplo es de cuando Nunu se convirtió en aprendiz del domador de la tribu y se hizo cargo de las criaturas.
La Guardia de Hielo tenía una reserva de animales salvajes de Freljord a su disposición, pero el que era único en la colección era el Yeti, una criatura poco común con cualidades místicas y fuerza bruta. El domador le enseñó a Nunu que lo que mantenía a la bestia tranquila era una dieta de plantas y latigazos, pero cuanto más tiempo pasaba con la criatura, más se daba cuenta Nunu de que el Yeti no era un monstruo salvaje.
Veía cómo su nuevo amigo Willump estaba cada día más débil y enfermo así que Nunu comenzó a afanar restos de carne para el Yeti con la esperanza de que recobrara la salud. Día tras día, Willump se fue haciendo más fuerte y no por ello más salvaje, tal como afirmaba el domador. Nunu tenía la esperanza de convencerlo de que no era un peligro, pero eso no iba a ser posible. La siguiente vez que Nunu fue a llevarle la comida a Willump, vio que la jaula del Yeti estaba hecha añicos, solo un garabato marcaba el adiós del Yeti. Sin dudarlo un instante, Nunu se adentró en el bosque para buscar a su amigo.
Cuando por fin alcanzó a Willump, vio que el domador y un grupo de guerreros de la Guardia de Hielo habían arrinconado al Yeti. Temeroso de que los hombres hirieran a su amigo, Nunu se interpuso entre el Yeti y el látigo pero el hombre no detuvo su mano. El domador preparó el látigo de nuevo y entonces el Yeti hizo gala de una furia excepcional. A pesar de todo el maltrato que había recibido, lo que provocó que Willump cruzara la raya no fue la preocupación por él mismo sino por el chico que le había tratado tan bien. El Yeti montó en cólera y dejó a los hombres sangrando en la nieve.
El resto de guerreros de la Guardia de Hielo, aterrorizados por la fiereza de Willump, huyeron. Nunu se dio cuenta que no había marcha atrás. Gritó al Yeti que se fuera antes de que los hombres volvieran para acabar con él, pero el Yeti se negaba a abandonar al chico. Nunu tuvo que tomar una difícil decisión: abandonar a su único amigo y llevar una vida de cautividad en la Guardia de Hielo, o bien lanzarse a lo desconocido y adentrarse en los peligrosos terrenos salvajes de esas tierras, dejando atrás el único hogar que conoció. Nunu eligió el único camino que tenía sentido para él. Al saltar a lomos del poderoso Yeti, Nunu se unía a Willump en su huida. La pareja se adentraba por primera vez en un inmenso mundo del que habían sido privada.
''Willump y yo tenemos todo un mundo que explorar. No te cruces en nuestro camino''.
-- Nunu
A veces ocurre que los lazos de la amistad son más fuertes que los de la sangre. Cuando esos lazos atan a un niño temerario con un Yeti temible, el vínculo se convierte en una fuerza a tener en cuenta. Dada la responsabilidad que suponía domar a una bestia terrorífica, Nunu forjó una amistad donde otros habrían forjado cadenas. Ahora Nunu y su compañero Willump forman una pareja inseparable que combina la exuberancia de la juventud y la fuerza bruta con los poderes míticos del Yeti que les ayudarán a superar obstáculos imposibles para una pareja corriente.
Nunu conserva recuerdos muy vagos de sus padres o de la época en la que formaba parte de la tribu Guardia de Hielo. Nunca fue bien recibido entre sus cuidadores, el espíritu viajero y la compasión de Nunu lo enfrentaban con los ancianos de la tribu a menudo, y muchas veces soñaba con lugares más allá de la sombra de la ciudadela de la Guardia de Hielo. A veces hacía algo más que soñar, para frustración de sus cuidadores. El mejor ejemplo es de cuando Nunu se convirtió en aprendiz del domador de la tribu y se hizo cargo de las criaturas.
La Guardia de Hielo tenía una reserva de animales salvajes de Freljord a su disposición, pero el que era único en la colección era el Yeti, una criatura poco común con cualidades místicas y fuerza bruta. El domador le enseñó a Nunu que lo que mantenía a la bestia tranquila era una dieta de plantas y latigazos, pero cuanto más tiempo pasaba con la criatura, más se daba cuenta Nunu de que el Yeti no era un monstruo salvaje.
Veía cómo su nuevo amigo Willump estaba cada día más débil y enfermo así que Nunu comenzó a afanar restos de carne para el Yeti con la esperanza de que recobrara la salud. Día tras día, Willump se fue haciendo más fuerte y no por ello más salvaje, tal como afirmaba el domador. Nunu tenía la esperanza de convencerlo de que no era un peligro, pero eso no iba a ser posible. La siguiente vez que Nunu fue a llevarle la comida a Willump, vio que la jaula del Yeti estaba hecha añicos, solo un garabato marcaba el adiós del Yeti. Sin dudarlo un instante, Nunu se adentró en el bosque para buscar a su amigo.
Cuando por fin alcanzó a Willump, vio que el domador y un grupo de guerreros de la Guardia de Hielo habían arrinconado al Yeti. Temeroso de que los hombres hirieran a su amigo, Nunu se interpuso entre el Yeti y el látigo pero el hombre no detuvo su mano. El domador preparó el látigo de nuevo y entonces el Yeti hizo gala de una furia excepcional. A pesar de todo el maltrato que había recibido, lo que provocó que Willump cruzara la raya no fue la preocupación por él mismo sino por el chico que le había tratado tan bien. El Yeti montó en cólera y dejó a los hombres sangrando en la nieve.
El resto de guerreros de la Guardia de Hielo, aterrorizados por la fiereza de Willump, huyeron. Nunu se dio cuenta que no había marcha atrás. Gritó al Yeti que se fuera antes de que los hombres volvieran para acabar con él, pero el Yeti se negaba a abandonar al chico. Nunu tuvo que tomar una difícil decisión: abandonar a su único amigo y llevar una vida de cautividad en la Guardia de Hielo, o bien lanzarse a lo desconocido y adentrarse en los peligrosos terrenos salvajes de esas tierras, dejando atrás el único hogar que conoció. Nunu eligió el único camino que tenía sentido para él. Al saltar a lomos del poderoso Yeti, Nunu se unía a Willump en su huida. La pareja se adentraba por primera vez en un inmenso mundo del que habían sido privada.
''Willump y yo tenemos todo un mundo que explorar. No te cruces en nuestro camino''.
-- Nunu